El Déficit de Atención (TDAH) es un trastorno neurodesarrollado que afecta la capacidad de una persona para concentrarse, controlar impulsos y mantenerse organizada. Aunque muchas veces se asocia con niños, también puede persistir en la adultez.
El TDAH está relacionado con desequilibrios en los neurotransmisores del cerebro, como la dopamina, que juega un papel importante en la atención y la motivación. Cuando el cerebro no procesa la información de manera eficiente, se producen las características que definen el TDAH: falta de atención, hiperactividad e impulsividad.
Si bien a menudo se habla de niños con TDAH, no es exclusivo de ellos. Según estudios recientes, hasta el 4% de los adultos también lidian con esta condición. Sin embargo, con las herramientas adecuadas, como la quiropráctica, es posible abordar algunos de los efectos más limitantes del TDAH.
El TDAH puede manifestarse de diferentes formas según la persona. Aquí te dejamos una lista de los síntomas más comunes para que puedas identificarlos fácilmente.
Las personas con TDAH suelen tener dificultades para concentrarse en tareas prolongadas. ¿Alguna vez te has sentado a trabajar y, cinco minutos después, te encuentras viendo videos? Podría ser un síntoma.
Moverse constantemente, incluso en situaciones en las que no es apropiado, es una señal clásica. Para los niños, esto puede significar no quedarse quietos en clase; para los adultos, puede ser un deseo incontrolable de moverse o hablar.
La impulsividad puede llevar a interrumpir conversaciones, tomar decisiones precipitadas o, incluso, gastar dinero en cosas innecesarias. Este comportamiento puede afectar no solo a la persona, sino también a quienes la rodean.
Existen tres tipos principales de TDAH, y entender cada uno es clave para encontrar el tratamiento adecuado.
Este tipo se caracteriza por la dificultad para prestar atención. Las personas pueden parecer soñadoras, desorganizadas o propensas a olvidar cosas importantes.
Aquí, la hiperactividad e impulsividad toman el protagonismo. Quienes lo padecen suelen ser inquietos, impacientes y tienden a interrumpir constantemente.
Este es el tipo más común y combina síntomas de falta de atención con hiperactividad e impulsividad. ¡Una verdadera montaña rusa de emociones y comportamientos!
Ahora bien, ¿cómo puede ayudarte la quiropráctica si tienes TDAH? Aunque no es un tratamiento directo, puede ser una herramienta complementaria muy poderosa.
La quiropráctica se centra en alinear la columna vertebral para optimizar la conexión entre el cerebro y el cuerpo. Una columna desalineada puede afectar la comunicación entre el sistema nervioso y el resto del cuerpo, lo que podría exacerbar los síntomas del TDAH.
El estrés puede intensificar los síntomas del TDAH. Gracias a las técnicas manuales no invasivas, los ajustes quiroprácticos pueden ayudar a reducir la tensión acumulada, promoviendo una sensación de calma y bienestar.
Con un sistema nervioso funcionando de manera óptima, muchas personas con TDAH reportan mejoras en su capacidad para concentrarse y mantenerse organizadas. ¡Un ajuste a la vez puede marcar la diferencia!
¡Claro que sí! Los ajustes están diseñados para ser suaves y seguros, incluso para los más pequeños. Además, los quiroprácticos certificados en técnicas pediátricas, como SOT, tienen experiencia específica en este campo.
Esto depende de cada caso. Algunos pacientes notan mejoras en pocas semanas, mientras que otros requieren un plan de cuidado más prolongado.
No necesariamente. La quiropráctica es un complemento que puede trabajar junto con otros cuidados para maximizar los beneficios.
Los quiroprácticos suelen utilizar ajustes específicos que se enfocan en áreas de la columna relacionadas con el sistema nervioso central.
Generalmente, los ajustes quiroprácticos son indoloros y no invasivos. Algunas personas pueden sentir una leve molestia inicial que desaparece rápidamente.
A diferencia de los medicamentos, la quiropráctica aborda la causa raíz del problema sin enmascarar los síntomas. Además, promueve el bienestar integral.